Breve historia de la CMIS

Sentido y características del compromiso de la CMIS, y su vitalidad después de 36 años de existencia


I

Entre crónica e historia


La CMIS se fundó en 1972 y recibió la aprobación de la Santa Sede en 1974.

Dicha fundación, acaecida durante una asamblea que se celebró en Nemi, no lejos de Roma, estuvo precedida por un largo período de preparación.

Los Institutos Seculares tuvieron su inicio en momentos diversos, pero todos, “grosso modo”, en el mismo período histórico ‐ cultural, como por generación espontánea en diferentes países. Comenzaron a sentir la exigencia de verse y encontrarse en 1938.

En San Gallo, Suiza, los días 21‐22 de mayo de 1938 se celebró un encuentro, patrocinado y promovido por la Santa Sede, que sin embargo no figuraba como tal; quien lo apoyó y lo  presidió fue el Padre Agostino Gemelli, OFM.

Participaron Institutos de Francia, Alemania, Hungría, Italia, Bélgica, Holanda, Austria, que se habían reunido para confrontarse y compartir la que parecía que comenzaba a tener las características de una vocación común. La minuta de San Gallo se ha llegado a conocer a través de los apuntes de un Sacerdote alemán, Fundador de un Instituto en Alemania, que la envió más tarde al Dr. Tresalti, Secretario de la CMIS. Después se publicó en la Revista Diálogo, Vol. XVII, N° 80/81 – 1989.

De aquel encuentro brotaron dos puntos importantes:

  1. que existía una común vocación, es decir, que existían realidades de diversos países, pero también una realidad de personas diversas que buscaban algo muy semejante: una consagración a Dios del tipo de la consagración religiosa, pero vivida en el mundo de forma no institucional, lo cual exigía cierta coordinación;
  2. y que se sentía la exigencia de obtener también de la Santa Sede una valoración y una reglamentación de este tipo de vida.

De este encuentro salió un documento que se conoce con el nombre de “memoria de P. Gemelli”, pero que, en realidad, el Padre Gemelli había encargado al Profesor Giuseppe Dossetti, profesor de Derecho Eclesiástico.

Éste preparó un documento que se presentó a la Santa Sede, para que se pudieran dar líneas de fondo a este nuevo tipo de vocación.

La Santa Sede, en particular el Secretario de Estado de aquella época, pensó que los tiempos no estaban todavía maduros y ordenó que se destruyera aquel documento.

El momento que se atravesaba era difícil. Se sentían algunas turbulencias y amenazas en Europa. La presencia del comunismo, del fascismo y del nazismo se había consolidado y aparecía en el horizonte lo que se temía y que después acaeció: la guerra.

Se comenzó a pensar que la presencia de los Institutos Seculares podría ser muy significativa en momentos que se anunciaban muy difíciles. Y se asomaba, pues, la hipótesis de una modalidad diversa de realizar apostolado.

Sucesivamente, los Institutos Seculares siguieron su camino por su cuenta y el discurso también continuó, hasta que Pío XII, una vez terminada la guerra, tomó la “memoria de Padre Gemelli”, sacada a la luz, para esta ocasión, gracias al trabajo del Padre Arcadio Larraona,
claretiano, canonista, Secretario de la Sagrada Congregación para los Religiosos, que se dedicó a la codificación de este tipo de vocación de los Institutos Seculares y los condujo hasta su aprobación.

Permanece el hecho de que los Institutos Seculares, hasta la guerra, vivieron dispersos – en algunos países se encontraban en una situación de ocultación – y se produjeron, por tanto, otras tentativas de reunirse. Una de estas tentativas fue el encuentro que se tuvo en Francia, en
Venasque, en 1963, acogido por el Instituto Notre Dame de Vie.

En este encuentro participaron diversos Institutos, pero no los de Europa central y oriental, que vivían en la clandestinidad.

De dicho encuentro no salió nada particularmente significativo, pero brotó fuerte el deseo / necesidad de confrontarse.

De 1963 se pasa a 1968. Los Institutos Seculares desde 1947 tenían una colocación canónica en la Santa Iglesia, gozaban de un reconocimiento jurídico, pero también, permitidme que lo diga, afectivo, gracias a la obra de Larraona, que más tarde fue nombrado cardenal. La Santa Sede comenzó a darse cuenta de que el surgir de diversos grupitos como respuesta a este tipo de vocación reclamaba una atención muy particular, por lo que sugirió que se activara un encuentro entre los mismos.

En 1968, la Santa Sede nombró un Comité, que se convirtió en significativo, al estar compuesto por Responsables generales de Institutos Seculares, algunos de los cuales eran también fundadores, con la tarea de crear un organismo internacional que pudiera constituir un
lugar de encuentro de los diversos Institutos.

Este Comité estaba presidido por el Secretario de la Congregación de Religiosos, Padre Edward Heston, de Estados Unidos, de la Congregación de Santa Cruz.
El Comité estaba integrado, además de otros, por Giuseppe Lazzati, Germana Sommaruga, Alda Miceli, Hanna Hoyos, Antoinette Golsteyn, Jeanne Metge, Attilio Romanini, Baronessa van Drakenstein, Augier, Del Pajo, Armando Oberti, Villota, Pila. Yo participé, de forma informal, en diversas sesiones del mismo.

El Comité tenía como finalidad dar vida a la que después sería la CMIS, pero la gran diversidad de miembros que lo integraban no produjo el resultado deseado. Existían muchas diferencias y todavía permanecía viva la exigencia de conocerse mejor. Por lo que el Comité decidió promover un convenio internacional de Institutos Seculares, que se debería celebrar en Roma, en 1970.

Dicho Convenio, aunque convocado por la Santa Sede, no tenía una identidad formal.
Estaban presentes realidades muy diversas: asociaciones que mantenían la duda sobre la posibilidad de pedir su aprobación y otros Institutos que ya habían sido aprobados por la Congregación.

El Convenio se convocó y se celebró en el mes de septiembre de 1970, en Roma, cuya presidencia fue confiada por la Santa Sede al Profesor Giuseppe Lazzati, y fue nombrado Secretario del mismo Armando Oberti. Se celebró en la Domus Mariae, y en él participaban más de 400 personas que procedían de todas las partes del mundo, aunque faltaban Asia, África y Oceanía debido a motivos jurídicos, ya que, en aquella época, la Congregación para los Religiosos tenía competencia sobre todas las formas de consagración, pero no sobre las de los “territorios de
misión” ni sobre las de las Iglesias Orientales.

Se dio vida a un examen de temas fundamentales. Fueron relatores Beyer, Lazzati, Von Balthasar, Metge, Brasca, Moreno De la Helguera, y se trabajó, por tanto, en grupos lingüísticos.

Durante el Convenio se respondió a los motivos por los que se había hecho la confrontación: hubo una profundización de temas propios, pero se sintió también la exigencia de un organismo que naciera espontáneamente, a imitación de las uniones de religiosos, hombres y mujeres, que ya existían. Para dar vida a dichos organismos, era necesario crear los Estatutos, pero esto fue causa de grandes problemas y estuvo en la base de una consistente conflictividad.

Éstos eran los elementos de diversidad y, con frecuencia, de contraste entre los Institutos:

  1. Institutos con obras propias e Institutos sin obras propias. Los documentos constitutivos de Pío XII no excluían a ninguno, aunque una discreta solicitud de la Santa Sede parecía impulsar hacia aquella forma de penetración informal, que estaba vinculada con Institutos sin obras.
  2. Institutos Sacerdotales : mientras se aceptaba bastante bien la presencia de Institutos que en su interior tuvieran sacerdotes y laicos, creaba perplejidad un Instituto integrado por solo sacerdotes.

Y dentro de los Institutos Sacerdotales existía también la ulterior “querella” entre Institutos compuestos por sacerdotes diocesanos e Institutos que exigían la incardinación al Instituto. La conflictividad fue muy fuerte, sobre todo por la intervención maciza, y también
pesada, de algunos Institutos. Dicha conflictividad influyó de forma decidida y negativa en el proceso de encuentro entre los Institutos. Lo que creó muchos problemas fue también la conciencia de que cada Instituto, en el momento del propio reconocimiento, representa un carisma, un don de Dios a la Iglesia, y, por tanto, un valor en sí mismo. Por lo que cada uno de los Institutos tiene el derecho de expresarse a sí mismo y de ser sujeto.

Se trató de insertar la lógica de grupos nacionales de Institutos. Pero esto no encontraba el consenso de la Santa Sede. Las múltiples discusiones hicieron temer que no se llegara a ninguna conclusión positiva. Hasta que, una noche, se logró un acuerdo compartido.

Se debió al gran trabajo de Lazzati y a su aceptación de cierto compromiso. El acuerdo fue redactado por el Reverendo Bülher, de Schonstatt y Oberti, del Instituto Milites Christi (hoy Instituto Cristo Rey) y Secretario del Congreso.

El Congreso se concluyó con la decisión de crear una Comisión internacional, que representara a todos los Institutos.

A esta Comisión, compuesta por 15 personas de diversos países del mundo, se le confió el mandato de preparar los Estatutos de un organismo permanente.

La Comisión se eligió y resultó compuesta por:

Gabrielle Lachance – Canadá
Jean Canivez – Francia
Emilio Tresalti  – Italia
Giancarlo Brasca – Italia
Domenico Conti – Italia
Francisco Cox – Chile
Filomena Crous Boatella  – España
Christel Agnes Glaser – Alemania
Genoveva Hernández Alonso  – España
Hanna Hoyos – Austria
Annie Mattern  – Francia
Jeanne Metge – Francia
Barbara Ottinger  – EE. UU.
Mercedes Ricaurte – Colombia
Germana Sommaruga  – Italia

La Comisión eligió un Presidente y un Secretario. Fue elegida Presidente Gabrielle Lachance, canadiense, del Instituto Oblatas Misioneras de María Inmaculada. Y elegido Secretario el Doctor Emilio Tresalti, italiano, del Instituto Cristo Re.

Los trabajos se presentaron bastante dificultosos, la comunicación se realizaba por correo, y, cuando había cuestiones urgentes, el Secretario y la Presidente comunicaban por Radio.

Esto hace intuir las condiciones pioneras de nuestro trabajo y la incomodidad y las dificultades que hubo que afrontar.

La Comisión estableció el nombre de CMIS (Conferencia Mundial de Institutos Seculares), porque se prefirió dejar espacio a otras Conferencias nacionales e Internacionales. La lengua oficial adoptada en la Comisión, que trabajaba sin traducciones, fue la lengua francesa y todas las comunicaciones se realizaban en lengua francesa, por lo que también los Estatutos se redactaron en lengua francesa.

Pasados tres años, la Comisión pensó que había concluido el propio trabajo y se convocó una Asamblea en 1972, que podemos definir constituyente. La Santa Sede dejo transcurrir dos años antes de dar su aprobación a los Estatutos y que después fue concedida en 1974 bajo forma experimental durante seis años y de forma definitiva en 1980.

Mientras tanto, en la Congregación, había nacido la Sección para los Institutos Seculares y su primer Sub Secretario fue Monseñor G.B. Verdelli. El Padre Edward Heston (más tarde Arzobispo) era el Secretario de la Congregación.

El Cardenal Antoniutti, Prefecto de la Congregación, acompañó de cerca todo este trabajo.
Las relaciones con la Congregación fueron muy abiertas y cordiales, el Secretario nos abría las puertas siempre que lo necesitábamos y encontraba respuesta a cualquier necesidad que la CMIS le manifestase.


 II

Modalidades y características de la acción de la CMIS


Leemos en el Artículo 1 de los Estatutos:

La Conferencia Mundial de los Institutos Seculares (C.M.I.S.) tiene como finalidad coordinar la colaboración entre los Institutos Seculares, de modo que éstos sean más eficazmente “fermento en el mundo para robustecer e incrementar el Cuerpo de Cristo” (P.C. 11). Con lo cual,
ayuda a la realización del fin propio de cada Instituto.

En particular, la C.M.I.S.:

  • a) favorece los contactos, los intercambios de experiencias, y la ayuda fraterna entre los Institutos. Mantiene relaciones regulares con las demás agrupaciones, tales como las conferencias nacionales y territoriales, en un espíritu de servicio;
  • b) promueve estudios e investigaciones, en orden a esclarecer la naturaleza y misión actual de los Institutos seculares, tomando como base los documentos de la Santa Sede y del Concilio y teniendo en cuenta las experiencias de los mismos Institutos;
  • c) presenta a la Santa Sede las necesidades, los intereses y las opiniones de los Institutos.

En el Artículo 2, entre otras cosas, leemos:

“La C.M.I.S. es un lugar de encuentro, de intercambio y de búsqueda al servicio de los Institutos”.

Me pregunto: ¿Ha realizado la CMIS su función durante estos cuarenta años de vida? Mi respuesta es afirmativa: la CMIS ha realizado la función que se le había atribuido.

Ha contribuido, en algunos casos de forma determinante, al desarrollo de los Institutos y a una más profunda comprensión de su vocación propia.

Un ámbito especial de acción ha sido el que los Estatutos afirman en el Artículo 1:

“favorece los contactos, los intercambios de experiencias, y la ayuda fraterna entre los Institutos”.

Acción constante ha sido la de favorecer el que se crearan o consolidaran agrupaciones inter – Institutos, como las Conferencias nacionales. El Secretario de la CMIS ha sido invitado a muchísimos países de Europa, América y Asia, ya por Institutos individuales, ya por agrupaciones.
Algunos de estos encuentros han dado inicio a Conferencias Nacionales y / o Continentales de Institutos Seculares. Esto ha sucedido sobre todo durante los primeros 4 – 5 años de vida de la CMIS.

Hoy día, las Federaciones nacionales, canónicamente erigidas, son 7: COMIS (México), USCSI (EE.UU.), Conferencia Nacional dos Institutos Seculares do Brasil, CNIS (Francia), CIIS (Italia), Krajowa Konferencja Instytutów Swieckich w Polsce (Polonia), CEDIS (España).

Pero existen otras muchas Federaciones nacionales de Institutos Seculares, las cuales no han pedido ser erigidas canónicamente. Algunas de éstas datan de muy antiguo.

Las Federaciones continentales de Institutos Seculares son dos: CISAL y ACSI, ésta última todavía no erigida canónicamente.

La CMIS ha favorecido directamente o, con más frecuencia, indirectamente, la maduración y el desarrollo de muchos Institutos, tanto a nivel de autocomprensión del propio carisma, como a nivel de la traducción de dicho carisma en características de vida. Bajo este punto de vista ha sido de gran ayuda para que muchos pudieran lograr el nivel canónico de derecho pontificio.

La participación, por turno, en el Consejo Ejecutivo de Responsables generales de diversos Institutos, provenientes de diferentes países, ha tenido repercusiones positivas en términos de apertura de horizontes, de una más profunda comprensión del propio carisma en los Institutos de pertenencia, pero también, como he indicado precedentemente, en otros Institutos de diversos países, sobre todo a través del mecanismo de las Conferencias nacionales.

Moderadores generales procedentes de Italia, Francia, España, Alemania, Austria, Gran Bretaña, Eslovenia, Eritrea, Sudáfrica, Canadá, México, Colombia, Argentina, Brasil, India, Japón, han formado parte del Consejo Ejecutivo de la CMIS.

Los Secretarios de la CMIS han provenido de Italia, Canadá y España.

La CMIS ha participado activamente en asambleas y/ encuentros de diversos Institutos:

  •  Asamblea del ISM 2000, Asís, Emilio Tresalti, Presidente de la CMIS.
  •  Celebración del 50 Aniversario del Instituto Notre Dame du Travail, París, Emilio Tresalti, Presidente de la CMIS.
  •  Asamblea General de la Gemeinschaft unsere Frauen von Lebe, Salzburgo, Abril 2000, Emilio Tresalti.

La participación formal y activa de la CMIS en encuentros eclesiales de alto nivel ha sido pedida por la Santa Sede. Cito algunos:

  • Encuentro “Relazioni tra fedeli laici e membri di Istituti di Vita Consacrata e Società di Vita Apostolica”, promovido por el Consilium pro Laicis, Vaticano, abril 1993.
  • Sínodo especial de los Obispos sobre la Vida Consagrada, en el mes de octubre de 1994, en el que me he visto implicado personalmente incluso en las fases sucesivas de preparación del documento final.
  • Congreso sobre las Vocaciones al Sacerdocio y a la Vida Consagrada en Europa, del mes de mayo de 1997, en el que la CMIS se vio implicada desde las primeras fases de la preparación con la participación tanto del Secretario Mariano Del Hoyo, como del Presidente Emilio Tresalti.
  • Sínodo de los Obispos sobre la Palabra de Dios, que se ha celebrado hace poco, con la participación de la Presidente de la CMIS, Ewa Kusz.

Su relación con la Congregación competente ha sido siempre muy positiva. Esto ha sucedido sobre todo con la Sección Institutos Seculares de la Congregación para Religiosos e Institutos Seculares, pero también con el Secretario y el Prefecto de la misma. El intercambio de información ha sido permanente y fructífero. Ha sido particularmente intenso durante los primeros diez años de vida de la CMIS

Se han mantenido también relaciones importantes con la Congregación para la Evangelización de los Pueblos (de Propaganda Fide) mientras ésta ha tenido la competencia sobre los Institutos nacidos y aprobados en su respectivo territorio. También se han mantenido contactos con la Congregación para las Iglesias Orientales.

En el párrafo B del Artículo 1 de los Estatutos, leemos:

“promueve estudios e investigaciones, en orden a esclarecer la naturaleza y misión actual de los Institutos seculares, tomando como base los documentos de la Santa Sede y del Concilio y teniendo en cuenta las experiencias de los mismos Institutos”.

Además del estudio permanente constituido y suministrado por la Revista “Diálogo” a través de numerosos artículos, la CMIS ha promovido y organizado encuentros de reflexión y de estudio a nivel internacional.

Se han constituido Comisiones ad hoc, como la:

Comisión sobre la Secularidad, compuesta por: Gustave Martelet S.J., Gabriele Mercol Responsable General de los Sacerdoti Missionari della Regalità, Madeleine Manceau responsable General del Instituto N‐D du Travail, Emilio Tresalti. París 1993.

Entre los encuentros formales y de mayor importancia, recuerdo:

  • Seminario de Estudio sobre los Institutos Seculares Sacerdotales, Roma, agosto 1988.
  • Seminario sobre la Secularidad Consagrada, Roma, agosto 1995.
  • Simposio con ocasión del 50 Aniversario de la Constitución Apostólica “Provida Mater Ecclesia”, Roma, Universidad Gregoriana, marzo 1997.
  • Simposio con ocasión del 60 aniversario de la “Provida Mater Ecclesia”, Aula del Sínodo, en el Vaticano, febrero 2007.

Algunas de las iniciativas, apenas mencionadas, han representado un momento de actuación de lo que afirma el párrafo C del Artículo 1 de los Estatutos, que reza como sigue: “expresa a la Santa Sede las necesidades, los intereses y las opiniones de los Institutos”.


 Emilio Tresalti

 

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